Recuerdo
de manera insistente. Hacen daño en ocasiones los recuerdos. Quizás por eso lo
de la estatua de sal. Pero es imposible no hacerlo. Recordar. Y aun cuando
sabes que es imposible vuelves a armar la historia, le das otra trama, un final
distinto. Pero si ese final distinto realmente ocurriera, tal vez no estarías
aquí, antes de las diez de la mañana, con puzzles de recuerdos en desorden, con
una antología de relatos cuyos tiempos verbales tiene que ver con lo que ya
ocurrió, con aquello que es imposible de corregir. Vaya pasadas de la vida. Te
obliga a ir hacia el frente. Siempre lo hace. Mi primera taza de café.
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