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jueves, 31 de julio de 2014

El hombre está ahí. Tiene dos opciones. Seguir ese camino que tal vez lo conduzca a desaparecer. O dar marcha atrás. Abrazar un árbol. Permanecer en él hasta volverse follaje.


Eres la compañía con quien hablo de pronto, a solas...

Poesía

Xavier Villaurrutia

Eres la compañía con quien hablo
de pronto, a solas.
te forman las palabras
que salen del silencio
y del tanque de sueño en que me ahogo
libre hasta despertar.
Tu mano metálica
endurece la prisa de mi mano
y conduce la pluma
que traza en el papel su litoral.
Tu voz, hoz de eco
es el rebote de mi voz en el muro,
y en tu piel de espejo
me estoy mirando mirarme por mil Argos,
por mí largos segundos.
Pero el menor ruido te ahuyenta
y te veo salir
por la puerta del libro
o por el atlas del techo,
por el tablero del piso,
o la página del espejo,
y me dejas
sin más pulso ni voz y sin más cara,
sin máscara como un hombre desnudo

en medio de una calle de miradas.

la piel con su sedosa tibieza pide noches y la boca besada en su inefable goce pide noches, también...

Cuando una boca suave boca dormida besa...

Idea Vilarino

Cuando una boca suave boca dormida besa
como muriendo entonces,
a veces, cuando llega más allá de los labios
y los párpados caen colmados de deseo
tan silenciosamente como consiente el aire,
la piel con su sedosa tibieza pide noches
y la boca besada
en su inefable goce pide noches, también.
Ah, noches silenciosas, de oscuras lunas suaves,
noches largas, suntuosas, cruzadas de palomas,
en un aire hecho manos, amor, ternura dada,
noches como navíos...
Es entonces, en la alta pasión, cuando el que besa
sabe ah, demasiado, sin tregua, y ve que ahora
el mundo le deviene un milagro lejano,
que le abren los labios aún hondos estíos,
que su conciencia abdica,
que está por fin él mismo olvidado en el beso
y un viento apasionado le desnuda las sienes,
es entonces, al beso, que descienden los párpados,
y se estremece el aire con un dejo de vida,
y se estremece aún
lo que no es aire, el haz ardiente del cabello,
el terciopelo ahora de la voz, y, a veces,

la ilusión ya poblada de muertes en suspenso.

¿Y si la muerte es la muerte, qué será de los poetas y de las cosas dormidas que ya nadie las recuerda?

Canción otoñal

Federico García Lorca

Hoy siento en el corazón
un VAGO temblor de estrellas,
pero mi senda se pierde
en el alma de la niebla.
La luz me troncha las alas
y el dolor de mi tristeza
va mojando los recuerdos
en la fuente de la idea.

Todas las rosas son blancas,
tan blancas como mi pena,
y no son las rosas blancas,
que ha nevado sobre ellas.
Antes tuvieron el iris.
También sobre el alma nieva.
La nieve del alma tiene
copos de besos y escenas
que se hundieron en la sombra
o en la luz del que las piensa.

La nieve cae de las rosas,
pero la del alma queda,
y la garra de los años
hace un sudario con ellas.

¿Se deshelará la nieve
cuando la muerte nos lleva?
¿O después habrá otra nieve
y otras rosas más perfectas?
¿Será la paz con nosotros
como Cristo nos enseña?
¿O nunca será posible
la solución del problema?

¿Y si el amor nos engaña?
¿Quién la vida nos alienta
si el crepúsculo nos hunde
en la verdadera ciencia
del Bien que quizá no exista,
y del Mal que late cerca?

¿Si la esperanza se apaga
y la Babel se comienza,
qué antorcha iluminará
los caminos en la Tierra?

¿Si el azul es un ensueño,
qué será de la inocencia?
¿Qué será del corazón
si el Amor no tiene flechas?

¿Y si la muerte es la muerte,
qué será de los poetas
y de las cosas dormidas
que ya nadie las recuerda?
¡Oh sol de las esperanzas!
¡Agua clara! ¡Luna nueva!
¡Corazones de los niños!
¡Almas rudas de las piedras!
Hoy siento en el corazón
un vago temblor de estrellas
y todas las rosas son
tan blancas como mi pena.


martes, 29 de julio de 2014

Está en mí -y en ti, libro, como un recién nacido en el regazo frío de este silencio, este cadáver, hoy, de aquellas palabras.

Final
Juan Gelman
Palabras oscuras, que entonces
me parecían, ¡ay! , tan claras.
Hoy me estaría aquí pensando
hasta el alba, desesperadamente,
sin arrancarles un sentido:
¡tan de otro me suenan,
tan lejanas!

En cambio ésta aún no modulada
que en mí dirá una voz innata,
¡qué desnuda la siento,
qué nueva aún y ya qué conocida!

Está en mí -y en ti, libro,
como un recién nacido en el regazo
frío de este silencio, este cadáver,

hoy, de aquellas palabras.

Y mi nombre escrito en la arena, y tu ascensión, luz, lumbre, sobre el mar...

12. Adiós
Juan Gelman
El pañuelo de espumas
del rompeolas me lloraba, ¡adiós!,
y en la noche aquel grito -aquella estrella-,
¡ven! y mi corazón que era sólo
un temblor que cantaba, en medio,
y de mi hondura, hacia la nada,
ya sin mis ojos, yo.

Y mi nombre escrito en la arena,
y tu ascensión, luz, lumbre, sobre el mar;
luego de allá, lejos, la onda,
de aquí, de mí, la sombra
que todo lo borraban.

El mar dormía
como nunca, y como si fuera

ya para siempre, sin mi alma.

versos de este amanecer...

9. Adiós
Juan Gelman
Todo este día corrió
el tren por mi pensamiento.
Toda la noche su sirena
rayará mi desvelo.

Y no poder imaginar
el vértice hipotético
en que se une la vía, tan lejano.
Nunca, nunca podré beber el sueño
en la confluencia amarga de su grito
y mi sollozo, siempre paralelos
y persiguiéndose,

toda la noche, en mi desvelo.

lunes, 28 de julio de 2014

Y recuerdo aquel beso sin apoyo que quedó entre mi boca y el camino de aquel cuello, aquel beso y aquel día.


¿Recuerdas aquel cuello, haces memoria...

Miguel Hernández
¿Recuerdas aquel cuello, haces memoria
del privilegio aquel, de aquel aquello
que era, almenadamente blanco y bello,
una almena de nata giratoria?

Recuerdo y no recuerdo aquella historia
de marfil expirado en un cabello,
donde aprendió a ceñir el cisne cuello
y a vocear la nieve transitoria.

Recuerdo y no recuerdo aquel cogollo
de estrangulable hielo femenino
como una lacteada y breve vía.

Y recuerdo aquel beso sin apoyo
que quedó entre mi boca y el camino
de aquel cuello, aquel beso y aquel día.

aquella esperanza del suicida poeta que se meció en el mar con la más grande de las perezas románticas


Absoluto amor

Efraín Huerta

Como una limpia mañana de besos morenos
cuando las plumas de la aurora comenzaron
a marcar iniciales en el cielo. Como recta
caída y amanecer perfecto.

Amada inmensa
como un violeta de cobalto puro
y la palabra clara del deseo.

Gota de anís en el crepúsculo
te amo con aquella esperanza del suicida poeta
que se meció en el mar
con la más grande de las perezas románticas.

Te miro así
como mirarían las violetas una mañana
ahogada en un rocío de recuerdos.

Es la primera vez que un absoluto amor de oro
hace rumbo en mis venas.

Así lo creo te amo
y un orgullo de plata me corre por el cuerpo.

jueves, 24 de julio de 2014

¿Qué horas que no te conviertan en la estatura de sombra que serás cuando de noche, estés al fin del camino?


No tengas nada en las manos...

Fernando Pessoa

No tengas nada en las manos
ni una memoria en el alma,

que cuando un día en tus manos
pongan el óbolo último,

cuando las manos te abran
nada se te caiga de ellas.

¿Qué trono te quieren dar
que Atropos no te lo quite?

¿Qué laurel que no se mustie
en lo arbitrios de Minos?

¿Qué horas que no te conviertan
en la estatura de sombra

que serás cuando de noche,
estés al fin del camino?

Coge las flores, mas déjalas
caer, apenas miradas.

Al sol siéntate. Y abdica
para ser rey de ti mismo.

Mis ojos, sin tus ojos, no son ojos...

Miguel Hernández

Mis ojos, sin tus ojos, no son ojos,
que son dos hormigueros solitarios,
y son mis manos sin las tuyas varios
intratables espinos a manojos..

No me encuentro los labios sin tus rojos,
que me llenan de dulces campanarios,
sin ti mis pensamientos son calvarios
criando nardos y agostando hinojos.

No sé qué es de mi oreja sin tu acento,
ni hacia qué polo yerro sin tu estrella,
y mi voz sin tu trato se afemina.

Los olores persigo de tu viento
y la olvidada imagen de tu huella,

que en ti principia, amor, y en mí termina.


Cesar Pavesse
Tú,
sonrisa moteada
sobre nieves heladas-
viento de marzo,
ballet de ramas
combadas sobre la nieve,
gimiendo y encendiendo
tus pequeños "¡oh!"-
gamo de blancos miembros,
gentil,
podría saber
todavía
la gracia deslizante
de todos tus días,
la blonda espumosa
de todos tus caminos-
se ha helado el mañana
abajo en la llanura-
tú, sonrisa moteada,
tú, risa encendida.

martes, 22 de julio de 2014

Garza es mi pena, esbelta y triste garza, sola como un suspiro y un ay, sola, terca en su error y en su desgracia terca

Fuera menos penado, si no fuera...

Miguel Hernández

Fuera menos penado, si no fuera
nardo tu tez para mi vista, nardo,
cardo tu piel para mi tacto, cardo,
tuera tu voz para mi oído, tuera.

Tuera es tu voz para mi oído, tuera,
y ardo en tu voz y en tu alrededor ardo,
y tardo a arder lo que a ofrecerte tardo
miera, mi voz para la tuya, miera.

Zarza es tu mano si la tiento, zarza,
ola tu cuerpo si lo alcanzo, ola,
cerca una vez, pero un millar no cerca.

Garza es mi pena, esbelta y triste garza,
sola como un suspiro y un ay, sola,

terca en su error y en su desgracia terca.

Los olores persigo de tu viento y la olvidada imagen de tu huella, que en ti principia, amor, y en mí termina.

Mis ojos, sin tus ojos, no son ojos...

Miguel Hernández

Mis ojos, sin tus ojos, no son ojos,
que son dos hormigueros solitarios,
y son mis manos sin las tuyas varios
intratables espinos a manojos..

No me encuentro los labios sin tus rojos,
que me llenan de dulces campanarios,
sin ti mis pensamientos son calvarios
criando nardos y agostando hinojos.

No sé qué es de mi oreja sin tu acento,
ni hacia qué polo yerro sin tu estrella,
y mi voz sin tu trato se afemina.

Los olores persigo de tu viento
y la olvidada imagen de tu huella,

que en ti principia, amor, y en mí termina.

En la boca del tiempo aún alcanzamos un poco de felicidad

Tampoco es que sepa lo que significa, ni que pueda distinguir entre el bien y el mal. Pero, segura estoy que desperté a su lado. Nos observamos. En la boca del tiempo contuvimos el aliento para seguir adelante. En la boca del tiempo aún alcanzamos un poco de felicidad. No tanta. La suficiente para acurrucarme a su lado. La suficiente para trepar con mis besos por su espalda, luego se hicieron palomas que traían  una invitación: vamos a caminar y extraviarnos en la tarde. Hay amaneceres que son así, amaneces con las manos apretando el listón de cierta bolsita que guarda recelosa besos que no desean escapar, que no deseas olvidar. Mañanas llenas de ganas de mandar todo al demonio y preocuparte de cosas importantes como los versos que no le has dicho, como las sonrisas que no te ha dado.

tantos desasosiegos...


lunes, 21 de julio de 2014

Tu boca se me marcha de mi boca y regresa con varios besos muertos que aún baten, que aún quisieran

Tus ojos se me van...

Miguel Hernández

Tus ojos se me van
de mis ojos y vuelven
después de recorrer
un páramo de ausentes.

Tu boca se me marcha
de mi boca y regresa
con varios besos muertos
que aún baten, que aún quisieran.

Tus brazos se desploman
en mis brazos y ascienden
retrocediendo ante esa

desolación que sientes.

Estoy sin tierra firme; estoy saliendo, a donde quiero, de estas últimas lentas horas de viaje que termina

Esta noche de trenes...

Rubén Bonifaz Nuño

Esta noche de trenes,
de poblaciones emigrando,
de corporales sueños, de violadas
respiraciones en la arena
movediza del viaje, lo recuerdo.
(Fue, tal vez, necesario el incipiente
amor; callar a solas con extraños,
y las cosas más tiernas,
mientras la boca se endurece
y una crecida barba, de cadáver
reciente, me prolonga.)

Y sin embargo, cuántas veces
te habrán reconocido; por los ojos,
o por la ausencia que dejaste;
por el cabello sobre el hombro, al irte,
y el andar que descubre lo que eras.

Pues sé que nos pusieron,
al nacer, otro nombre, y un camino
que recorrer, y un tren para el camino.

Un tren sonámbulo que huye,
en dirección opuesta, irreversible,
de los que cruzan ya perdidos;
por un saludo heridos ya de muerte,
marcados para siempre, señalados;
buscadores de un signo en la mazorca
muchedumbre de rostros.

Y todo esto sin falta, aconteciendo;
todo pasando,
todo viniendo y alcanzando y yéndose.

Amiga, no me olvides; no me olvides,
amigo; no te pierdas, espérame.

Como a la máscara del baile,
vengo de lejos a ocupar mi cara;
por detrás y en silencio, a mis balcones
lacrimales, al sabor de mi boca,
al olor de las cosas que esperabas.

Estoy sin tierra firme; estoy saliendo,
a donde quiero, de estas últimas
lentas horas de viaje que termina;

sombra larguísima, pantano
de silbatos, de ruedas que repiten
su palabra distinta a cada uno;

estaciones mendigas, como fechas
alumbradas apenas, donde duele
lo que se aprende dormitando.
No me olvides, espérame.

Yo, el de las cartas sin destino;
el de palabras no creídas,

el que siembra en lo oscuro, te lo pido.

No puedo abandonar el tiempo y sus rincones...

Esta nostalgia

Gioconda Belli

Este sueño que vivo,
esta nostalgia con nombre y apellido,
este huracán encerrado tambaleando mis huesos,
lamentando su paso por mi sangre...
No puedo abandonar el tiempo y sus rincones,
el valle de mis días
está lleno de sombras innombrables,
voy a la soledad como alma en pena,
desacatada de todas las razones,
heroína de batallas perdidas,
de cántaros sin agua.
Me hundo en el cuerpo,
me desangro en las venas,
me bato contra el viento,
contra la piel que untada está a la mía.
Qué haré con mi castillo de fantasmas,
las estrellas fugaces que me cercan
mientras el sol deslumbra
y no puedo mirar más que su disco
-redondo y amarillo-
la estela de su oro lamiéndome las manos,
surcándome las noches,
desviviéndome,
haciéndome desastres...
Me entregaré a los huracanes
para pasar de lejos por esa luz ardiendo.
Estoy muriéndome de frío.


jueves, 17 de julio de 2014

aquel puro silencio con que un día yo descifraba el Tiempo...

Vientos

Tomás Segovia

Ya por el horizonte
se difunde la noche, agua sombría
que moja lo mojado de las nubes murales.
Yo con pasos ausentes recorro la penumbra,
bajo el ala del Tiempo que sobre mí extendida
ingrávida y pausada se desplaza.
Vientos turbios y equívocos disponen
todo el húmedo clima donde arraiga,
ofrecida a la lluvia su fresca carne pura,
como un fruto partido, el peso del destino.
(Este soplo me llega desde oscuras distancias,
cruzó mares que he visto,
arrastra los perfumes de tierras que he pisado,
llenó claras llanuras o bosques sofocantes
donde yo enmudecía y sangraba de amor.
Y en la mitad de este aterido viento,
donde errabundas gotas viajan ciegamente,
siento soplar de pronto un viento diferente,
abierto y luminoso.)
Oh viento tibio y firme, viento bueno
que plasmaba de pronto en aguda presencia
el campo de mi infancia donde una abeja zumba.
Los árboles se instalan noblemente,
los caminos recorren inamovibles huellas,
los sitios tienen nombres persuasivos
que los hacen carnales como el hueso a la fruta.
Y la luz brota desde todas partes,
luz increada y siempre fiel, que inunda
la llanura sin muros donde un niño,
de estatura menor que las yerbas del mundo,
todo él suspendido de dos intensos ojos
que inmóviles lo clavan
a la inasible rotación del día,
se ve sobrepasado por su propio silencio,
que ya secretamente se entiende con la vida.

(Y otra vez desemboco en la áspera tierra
del llovido presente
que palmo a palmo con mis plantas palpo,
andando entre desnudas ondas donde anida
esta memoria que en murmurios muere,
tropezando en la sombra a cada instante
con su imperio cambiante.)

Y este múltiple viento informulable,
como el mudo lenguaje de un destino,
recorre con su soplo las horas de mi vida.
Y dice que su afán secreto fue tan solo
entender aquel puro silencio con que un día

yo descifraba el Tiempo.