VII
Gastón Baquero
Andan caminando por las seis
de la mañana.
¿Querría usted hacer un poco
de silencio?
La tierra se encuentra
cansada de existir.
Día tras día moliendo
estérilmente con su eje.
Día tras día oyendo a los
dioses burlarse de los hombres.
Usted no sabe escucharla,
ella rueda y gime.
Usted cree que escucha las
campanas y es la tierra quien gime.
Recoja sus manos de inocente
sobre la playa.
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No escriba. No exista. No
piense.
Ame usted si lo desea, ¿a
quién le importa nada?
No es a usted a quien aman,
compréndalo, renuncie gentilmente.
Piense en las estrellas e
invéntese algunas constelaciones.
Hable de todo cuanto quiera
pero no diga su nombre verdadero.
No se palpe usted el fantasma
que lleva debajo de la piel.
No responda ante el nombre de
un sepulcro. Niéguese a morir. Desista. Reconcilie.
No hable de la muerte, no
hable del cuerpo, no hable de la belleza.
Para que los barcos anden,
«Para que las piedras puedan
moverse y hablar los árboles».
Para corroborar la costumbre
un poco antigua de morirse,
Remonten suavemente las
amazonas el blanco río de sus cabellos.
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