Ser de ti
I
Ser de ti y en tu rostro
asir nuestros espacios;
limitar lo invisible
muy cerca de tus labios.
Prenderme con mi noche
y olvidarme en tus aguas;
deshojar nuestros campos
en el cristal del aire.
En medio de mis años
intimar tus corolas
y en el claro de tu alma
deslizar mis delirios.
Ser de ti con la música
que inventamos al mundo
y en el contorno nuestro
cristalizar paisajes.
II
Nubes cerca de ti
flotando en medio
de la voz que del agua
se acerca a tus oídos.
¿Hacia dónde la luz
y las manos del viento?
Rojo algodón de nube
lejos y entre los árboles
una voz que fue tuya
o del agua o del aire.
¿En qué sitio la luz
y tus manos al viento?
III
Luz de luna de bahía
luz que bebía tu boca
con las ansias de los aires
y la inquietud de las olas
luz que bebía tu boca
con la figura ligera
y la suavidad de cielo
en que mis peces nadaban
con las ansias de los aires
y el miedo verde a la muerte
con sus doradas aletas
y sus gracias marineras
y la inquietud de las olas
resbalando en tu figura
como luz de luna abierta
deshecha en tus ojos frescos.
EH
El manicomio turquesa
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viernes, 13 de diciembre de 2019
lunes, 25 de noviembre de 2019
Centímetro a centímetro
-Piel, cabello, ternura, olor, palabras-
mi amor te va tocando.
Voy descubriendo a diario, convenciéndome
de que estás junto a mí, de que es posible
y cierto; que no eres,
ya, la felicidad imaginada,
sino la dicha permanente,
hallada, concretísima; el abierto
aire total en que me pierdo y gano.
Y después, qué delicia
la de ponerme lejos nuevamente.
Mirarte como antes
y llamarte de "usted", para que sientas
que no es verdad que te haya conseguido;
que sigues siendo tú, la inalcanzada;
que hay muchas cosas tuyas
que no puedo tener.
Qué delicia delgada, incomprensible,
la de verte lejos,
y soportar los golpes de alegría
que de mi corazón ascienden
al acercarse a ti por vez primera;
siempre por primera, a cada instante.
Y al mismo tiempo, así, juego a perderte
y a descubrirte, y sé que te descubro
siempre mejor de como te he perdido.
Es como si dijeras:RBN
"Cuenta hasta diez, y búscame", y a oscuras
yo empezara a buscarte, y torpemente
te preguntara: ¿estás allí?", y salieras
riendo del escondite,
tú misma, sí, en el fondo; pero envuelta
en una luz distinta, en un aroma
nuevo, con un vestido diferente.
lunes, 11 de julio de 2016
Por el amor, que nos deja ver a los otros como los ve la divinidad, Por el firme diamante y el agua suelta, Por el álgebra, palacio de precisos cristales...
El otro poema de los dones
Gracias quiero dar al divino Laberinto de los efectos y de las causas
Por la diversidad de las criaturas que forman este singular universo,
Por la razón, que no cesará de soñar con un plano del laberinto,
Por el rostro de Elena y la perseverancia de Ulises,
Por el amor, que nos deja ver a los otros como los ve la divinidad,
Por el firme diamante y el agua suelta,
Por el álgebra, palacio de precisos cristales,
Por las místicas monedas de Ángel Silesio,
Por Schopenhauer, que acaso descifró el universo,
Por el fulgor del fuego,
Que ningún ser humano puede mirar sin un asombro antiguo,
Por la caoba, el cedro y el sándalo,
Por el pan y la sal,
Por el misterio de la rosa, que prodiga color y que no lo ve,
Por ciertas vísperas y días de 1955,
Por los duros troperos que en la llanura arrean los animales y el alba,
Por la mañana en Montevideo,
Por el arte de la amistad,
Por el último día de Sócrates,
Por las palabras que en un crepúsculo se dijeron de una cruz a otra cruz,
Por aquel sueño del Islam que abarcó mil noches y una noche,
Por aquel otro sueño del infierno,
De la torre del fuego que purifica
Y de las esferas gloriosas,
Por Swedenborg, que conversaba con los ángeles en las calles de Londres,
Por los ríos secretos e inmemoriales que convergen en mí,
Por el idioma que, hace siglos, hablé en Nortumbria,
Por la espada y el arpa de los sajones,
Por el mar, que es un desierto resplandeciente
Y una cifra de cosas que no sabemos
Y un epitafio de los vikings,
Por la música verbal de Inglaterra,
Por la música verbal de Alemania,
Por el oro, que relumbra en los versos,
Por el épico invierno,
Por el nombre de un libro que no he leído: Gesta Dei per Francos,
Por Verlaine, inocente como los pájaros,
Por el prisma de cristal y la pesa de bronce,
Por las rayas del tigre,
Por las altas torres de San Francisco y de la isla de Manhattan,
Por la mañana en Texas,
Por aquel sevillano que redactó la Epístola Moral
Y cuyo nombre, como él hubiera preferido, ignoramos,
Por Séneca y Lucano, de Córdoba
Que antes del español escribieron
Toda la literatura española,
Por el geométrico y bizarro ajedrez
Por la tortuga de Zenón y el mapa de Royce,
Por el olor medicinal de los eucaliptos,
Por el lenguaje, que puede simular la sabiduría,
Por el olvido, que anula o modifica el pasado,
Por la costumbre, que nos repite y nos confirma como un espejo,
Por la mañana, que nos depara la ilusión de un principio,
Por la noche, su tiniebla y su astronomía,
Por el valor y la felicidad de los otros,
Por la patria, sentida in los jazmines, o en una vieja espada,
Por Whitman y Francisco de Asís, que ya escribieron el poema,
Por el hecho de que el poema es inagotable
Y se confunde con la suma de las criaturas
Y no llegará jamás al último verso
Y varía según los hombres,
Por Frances Haslam, que pidió perdón a sus hijos por morir tan despacio,
Por los minutos que preceden al sueño,
Por el sueño y la muerte, esos dos tesoros ocultos,
Por los íntimos dones que no enumero,
Por la música, misteriosa forma del tiempo.
Gracias quiero dar al divino Laberinto de los efectos y de las causas
Por la diversidad de las criaturas que forman este singular universo,
Por la razón, que no cesará de soñar con un plano del laberinto,
Por el rostro de Elena y la perseverancia de Ulises,
Por el amor, que nos deja ver a los otros como los ve la divinidad,
Por el firme diamante y el agua suelta,
Por el álgebra, palacio de precisos cristales,
Por las místicas monedas de Ángel Silesio,
Por Schopenhauer, que acaso descifró el universo,
Por el fulgor del fuego,
Que ningún ser humano puede mirar sin un asombro antiguo,
Por la caoba, el cedro y el sándalo,
Por el pan y la sal,
Por el misterio de la rosa, que prodiga color y que no lo ve,
Por ciertas vísperas y días de 1955,
Por los duros troperos que en la llanura arrean los animales y el alba,
Por la mañana en Montevideo,
Por el arte de la amistad,
Por el último día de Sócrates,
Por las palabras que en un crepúsculo se dijeron de una cruz a otra cruz,
Por aquel sueño del Islam que abarcó mil noches y una noche,
Por aquel otro sueño del infierno,
De la torre del fuego que purifica
Y de las esferas gloriosas,
Por Swedenborg, que conversaba con los ángeles en las calles de Londres,
Por los ríos secretos e inmemoriales que convergen en mí,
Por el idioma que, hace siglos, hablé en Nortumbria,
Por la espada y el arpa de los sajones,
Por el mar, que es un desierto resplandeciente
Y una cifra de cosas que no sabemos
Y un epitafio de los vikings,
Por la música verbal de Inglaterra,
Por la música verbal de Alemania,
Por el oro, que relumbra en los versos,
Por el épico invierno,
Por el nombre de un libro que no he leído: Gesta Dei per Francos,
Por Verlaine, inocente como los pájaros,
Por el prisma de cristal y la pesa de bronce,
Por las rayas del tigre,
Por las altas torres de San Francisco y de la isla de Manhattan,
Por la mañana en Texas,
Por aquel sevillano que redactó la Epístola Moral
Y cuyo nombre, como él hubiera preferido, ignoramos,
Por Séneca y Lucano, de Córdoba
Que antes del español escribieron
Toda la literatura española,
Por el geométrico y bizarro ajedrez
Por la tortuga de Zenón y el mapa de Royce,
Por el olor medicinal de los eucaliptos,
Por el lenguaje, que puede simular la sabiduría,
Por el olvido, que anula o modifica el pasado,
Por la costumbre, que nos repite y nos confirma como un espejo,
Por la mañana, que nos depara la ilusión de un principio,
Por la noche, su tiniebla y su astronomía,
Por el valor y la felicidad de los otros,
Por la patria, sentida in los jazmines, o en una vieja espada,
Por Whitman y Francisco de Asís, que ya escribieron el poema,
Por el hecho de que el poema es inagotable
Y se confunde con la suma de las criaturas
Y no llegará jamás al último verso
Y varía según los hombres,
Por Frances Haslam, que pidió perdón a sus hijos por morir tan despacio,
Por los minutos que preceden al sueño,
Por el sueño y la muerte, esos dos tesoros ocultos,
Por los íntimos dones que no enumero,
Por la música, misteriosa forma del tiempo.
lunes, 8 de febrero de 2016
Con las alas abiertas cayendo por el tiempo...
Soplos en la noche
Tomás Segovia
Aquí contra
mi piel el soplo
de tu respiración dormida
Y al otro
lado afuera
El susurro
del viento errante por la noche
Que trae de
los trasfondos la efusión solitaria
Del tumulto
callado de las cosas
Y entre uno y
otro soplo
Con las alas
abiertas cayendo por el tiempo
La extensión
del abrazo
de un dichoso yo mismo de musical
ausencia
Que bebe un
hondo río de amor y de misterio
Cuyas dos
manos son
Dos alientos
disímiles.
viernes, 5 de febrero de 2016
Templa mis nervios, campo ilimitado, al recio diapasón del alambrado. Aquí mi soledad. Esta mi mano.
Campo nuestro
Oliverio Girondo
En lo alto de esas
cumbres agobiantes
hallaremos laderas y
peñascos,
donde yacen metales,
momias de alga,
peces cristalizados;
pero jamás la extensa
certidumbre
de que antes de
humillarnos para siempre,
has preferido, campo, el
ascetismo
de negarte a ti mismo.
Fuiste viva presencia o
fiel memoria
desde mis más remota
prehistoria.
Mucho antes de intimar
con los palotes
mi amistad te abrazaba
en cada poste.
Chapaleando en el cielo
de tus charcos
me rocé con tus ranas y
tus astros.
Junto con tu recuerdo se
aproxima
el relente a distancia y
pasto herido
con que impregnas las
botas... la fatiga.
Galopar. Galopar. ¿Ritmo
perdido?
hasta encontrarlo dentro
de uno mismo.
Siempre volvemos, campo,
de tus tardes
con un lucero
humeante...
entre los labios.
Una tarde, en el mar, tú
me llamaste,
pero en vez de tu
escueta reciedumbre
pasaba ante la borda un
campo equívoco
de andares voluptuosos y
evasivos.
Me llamaste, otra vez,
con voz de madre
Y en tu silencio sólo
halló una vaca
junto a un charco de
luna arrodillada;
arrodillada, campo, ante
tu nada.
Cuando me acerco, pampa,
a tu recuerdo,
te me vas, despacio,
para adentro...
al trote corto, campo,
al trotecito.
Aunque me ignores,
campo, soy tu amigo.
Entra y descansa, campo.
Desensilla.
Deja de ser eterna
lejanía.
Cuanto más te repito y
te repito
quisiera repetirte al
infinito.
Nunca permitas, campo,
que se agote
nuestra sed de horizonte
y de galope.
Templa mis nervios,
campo ilimitado,
al recio diapasón del
alambrado.
Aquí mi soledad. Esta mi
mano.
Dondequiera que vayas te
acompaño.
Si no hubieras andado
siempre solo
¿todavía tendrías voz de
toro?
Tu soledad, tu
soledad... ¡la mía!
Un sorbo tras el otro,
noche y día,
como si fuera, campo,
mate amargo.
A veces soledad, otras
silencio,
pero ante todo,
campo: padre-nuestro.
jueves, 4 de febrero de 2016
Yo camino buscando tu sonrisa de nube, tu sonrisa de ala, tu sonrisa de fiebre.
El
amor
Efraín
Huerta
El
amor viene lento como la tierra negra,
como
luz de doncella, como el aire del trigo.
Se
parece a la lluvia lavando viejos árboles,
resucitando
pájaros. Es blanquísimo y limpio,
larguísimo
y sereno: veinte sonrisas claras,
un
chorro de granizo o fría seda educada.
Es
como el sol, el alba: una espiga muy grande.
Yo
camino en silencio por donde lloran piedras
que
quieren ser palomas, o estrellas,
o
canarios: voy entre campanas.
Escucho
los sollozos de los cuervos que mueren,
de
negros perros semejantes a tristes golondrinas.
Yo
camino buscando tu sonrisa de fiesta,
tu
azul melancolía, tu garganta morena
y
esa voz de cuchillo que domina mis nervios.
Ignorante
de todo, llevo el rumbo del viento,
el
olor de la niebla, el murmullo del tiempo.
Enséñame
tu forma de gran lirio salvaje:
cómo
viven tus brazos, cómo alienta tu pecho,
cómo
en tus finas piernas siguen latiendo rosas
y
en tus largos cabellos las dolientes violetas.
Yo
camino buscando tu sonrisa de nube,
tu
sonrisa de ala, tu sonrisa de fiebre.
Yo
voy por el amor, por el heroico vino
que
revienta los labios. Vengo de la tristeza,
de
la agria cortesía que enmohece los ojos.
Pero
el amor es lento, pero el amor es muerte
resignada
y sombría: el amor es misterio,
es
una luna parda, larga noche sin crímenes,
río
de suicidas fríos y pensativos, fea
y
perfecta maldad hija de una Poesía
que
todavía rezuma lágrimas y bostezos,
oraciones
y agua, bendiciones y penas.
Te
busco por la lluvia creadora de violencias,
por
la lluvia sonora de laureles y sombras,
amada
tanto tiempo, tanto tiempo deseada,
finalmente
destruida por un alba de odio.
miércoles, 3 de febrero de 2016
Es la primera vez que un absoluto amor de oro hace rumbo en mis venas. Así lo creo te amo y un orgullo de plata me corre por el cuerpo.
Absoluto amor
Efraín Huerta
Como una limpia mañana de besos morenos
cuando las plumas de la aurora comenzaron
a marcar iniciales en el cielo. Como recta
caída y amanecer perfecto.
Amada inmensa
como un violeta de cobalto puro
y la palabra clara del deseo.
Gota de anís en el crepúsculo
te amo con aquella esperanza del suicida poeta
que se meció en el mar
con la más grande de las perezas románticas.
Te miro así
como mirarían las violetas una mañana
ahogada en un rocío de recuerdos.
Es la primera vez que un absoluto amor de oro
hace rumbo en mis venas.
Así lo creo te amo
y un orgullo de plata me corre por el cuerpo.
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