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jueves, 27 de agosto de 2015

9 de diciembre de 1875
Querida Gertrude:
¿Sabes una cosa? Ya no se pueden enviar besos por correo: el paquete pesa tanto que resulta muy caro. Cuando el cartero me trajo tu última carta, me miró con aire severo y me dijo: “Tiene que pagar dos libras, señor. Exceso de peso”. […] “¡Por favor, señor cartero —le dije hincando gentilmente una rodilla en tierra […]— perdóneme por esta vez! Es de una niña”. “¿De una niña? —gruñó—, ¿y qué tienen de especial las niñas”. “Que son de azúcar y canela —empecé a decir—, y de todo lo que…”. * Pero él me interrumpió: “¡No me refiero a esto! Quiero decir qué tienen de bueno las niñas que mandan cartas tan pesadas”. “La verdad, no mucho”, dije con tristeza.
“Procure no recibir más cartas como esta —dijo él—, al menos que no sean de esta niña. La conozco bien y es bastante mala”. ¿Verdad que no es cierto? No creo que te haya visto siquiera. Y tú no eres mala, ¿o sí? Con todo, le prometí que nos escribiríamos muy poco. “Sólo dos mil cuatrocientas setenta cartas”, le dije. […]
Ya ves, a partir de ahora tendrás que llevar la cuenta y cuando lleguemos a la dos mil cuatrocientos setenta, no nos escribiremos más, a menos que el cartero nos dé permiso.
Tu querido amigo,

Lewis Carroll

domingo, 23 de agosto de 2015

Porque el tacto ilumina tu desnudo que a su trémulo encuentro se ha mudado en sal, paloma, vuelo, rosa y llama,


Poema donde amor dice...
Alí Chumacero
Eres el tallo que los ojos hiere
murmurando una luz anochecida;
eres aliento encadenado al fuego,
paloma navegando en la mirada
con inocencia de disuelto aroma.

Eres perfume espeso, flor vencida,
caricia de un aroma enamorado;
eres espacio donde se origina
un oscuro gemido prisionero,
como latido de ala en el rocío.

Eres lenta penumbra que los labios
cruza en silencio; apenas leve huella
de un sabor a la sombra derramado;
espuma prisionera en su cristal,
hecha sonido, luz, aroma y pluma.

Eres tal un murmullo transparente
en temblorosa vibración vertido;
eres flor de aire que navega incierta
como sonoro viaje hacia el oído
o aleteo herido de azucena.

Eres aroma preso entre mis manos
hasta decir caricia fugitiva;
una huida paloma sobre el cuerpo,
al contacto del mío temblorosa,
bajo el cálido vuelo de mi tacto.

Mas cruzas como un sueño desnudado,
fugaz como el correr del agua pura;
sueño que se desborda de su forma,
última espuma que en tu piel murmura
la postrera fatiga del deseo.

Sólo un aroma erige la blancura
o aurora de tu voz acariciada,
así de alba es la antigua ola
que urdida en sal y caracol asciende
y después en afán queda anegada.

Así también mis labios en silencio
reciben el murmullo de tu piel,
al oír a las alas de tus poros
convertirse en alientos y gemidos
y en un suave sudor de flor tranquila.

Entonces ya no labios, sino oídos
ardientes para asirte y contemplarte,
como a estatua bañada por la música
de una tristeza o ángel deslizado
que mordiera tu imagen silenciosa.

Porque el tacto ilumina tu desnudo
que a su trémulo encuentro se ha mudado
en sal, paloma, vuelo, rosa y llama,
y oye cómo por tu piel florece
y madura la sombra de la muerte.

miércoles, 19 de agosto de 2015

Convulsa entre tus brazos como mar entre rocas, rompiéndome en el filo del gozo o mansamente lamiendo las arenas asoleadas.

En el filo del gozo
Rosario Castellanos


I
Entre la muerte y yo he erigido tu cuerpo:
que estrelle en ti sus olas funestas sin tocarme
y resbale en espuma deshecha y humillada.

Cuerpo de amor, de plenitud, de fiesta,
palabras que los vientos dispensan como pétalos,
campanas delirantes al crepúsculo .

Todo lo que la tierra echa a volar en pájaros,
todo lo que los lagos atesoran de cielo
más el bosque y la piedra y las colmenas.

Cuajada de cosechas bailo sobre las eras
mientras el tiempo llora por sus guadañas rotas.

Venturosa ciudad amurallada,
ceñida de milagros, descanso en el recinto
de este cuerpo que empieza donde termina el mío.



II
Convulsa entre tus brazos como mar entre rocas,
rompiéndome en el filo del gozo o mansamente
lamiendo las arenas asoleadas.

Bajo tu tacto tiemblo
como un arco en tensión palpitante de flechas
y de agudos silbidos inminentes.

Mi sangre se enardece igual que una jauría
olfateando la presa y el estrago
pero bajo tu voz mi corazón se rinde
en palomas devotas y sumidas.



III
Tu sabor se anticipa entre las uvas
que lentamente ceden a la lengua
comunicando azúcares íntimos y selectos.

Tu presencia es el júbilo.
Cuando partes, arrasas jardines y transformas
la feliz somnolencia de la tórtola
en una fiera expectación de galgos.

Y, amor, cuando regresas
el ánimo turbado te presiente

como los siervos jóvenes la vecindad del agua.

Damos la vida sólo a lo que odiamos.

Destino
Rosario Castellanos

Matamos lo que amamos. Lo demás
no ha estado vivo nunca.
Ninguno está tan cerca. A ningún otro hiere
un olvido, una ausencia, a veces menos.
Matamos lo que amamos. ¡Que cese ya esta asfixia
de respirar con un pulmón ajeno!
El aire no es bastante
para los dos. Y no basta la tierra
para los cuerpos juntos
y la ración de la esperanza es poca
y el dolor no se puede compartir.

El hombre es animal de soledades,
ciervo con una flecha en el ijar
que huye y se desangra.

¡Ah! pero el odio, su fijeza insomne
de pupilas de vidrio; su actitud
que es a la vez reposo y amenaza.

El ciervo va a beber y en el agua aparece
el reflejo de un tigre.
El ciervo bebe el agua y la imagen. Se vuelve
- antes que lo devoren -  ( cómplice, fascinado )
igual a su enemigo.

Damos la vida sólo a lo que odiamos.


jueves, 13 de agosto de 2015

y en la quietud nacida de este limpio silencio que por mi cuerpo corre, destrozados los labios, la voz y la palabra...

Desvelado amor
Alí Chumacero

Cayó desnuda, virgen, la palabra;
cayó la virgen desnudada
bajo mi cuerpo, trémulo latir
que hoy apenas si me pertenece
y me embriaga con cálido rumor,
rodea mi epidermis,
se introduce letal bajo mi lengua,
y mis párpados no lo miran
pero lo sienten desalado,
desolado que busca entre la noche
la amarga conjunción
de dos manos eternamente unidas
en el estrecho abrazo de la muerte.

Calló la voz. Mudos los labios
ciñéronse a la sombra
incendiando el incienso  de su caída flor;
tan quietos como el sueño que también esperaban
con ansiedad de ciego sobre el tacto;
descansando angustiosos como el árbol sin fruto
bajo la primavera. Y mi cuerpo cayó
a un desesperado cuerpo,
y desde entonces siente
cómo crecen sus nervios en una dura ruina
hecha de sombra y voz estremecidas
por el vivo temor de estrecharse a la noche,
como el mar a las aguas que lo nutren
o la voz a los labios, fuente muda;
y en la quietud nacida
de este limpio silencio que por mi cuerpo corre,
destrozados los labios, la voz y la palabra,
anclado entre mí mismo,
el fuego de mi tacto se adormece

en esta soledad bajo la flor del sueño.

la palabra de hoy: postergar

miércoles, 12 de agosto de 2015

Besos de amaneceres ciegos, donde la luz aún no nos mira pero nos moja sin parar.

Por la nuca te beso

Alberto Ruy Sánchez

Hay besos boca a boca
que comienzan en la nuca
como hay en la luna huellas 
de los labios del sol.

Besos como dedos
que se abren y se cierran
en la nuca,
que despeinan,
o alborotan las ideas
sembrando su flor de anhelo
en raíces
donde esos labios
no suelen ir.

Son besos silenciosos
que acechan
detrás de las orejas,
muerden lóbulos,
exploran laberintos,
asaltan parpados
y dejan miradas húmedas
que, claramente, no se ven.

Besos mudos
que tardan en llegar
a su cita estruendosa
con la lengua amada
porque vienen siempre
desde muy atrás.

Besos de amaneceres ciegos,
donde la luz aún no nos mira                                                        

    pero nos moja sin parar.

lunes, 10 de agosto de 2015


Augurio
Alberto Ruy Sánchez

A esa hora todo es nuevo
y se escucha claramente
lo que apenas se mira.
Ella, la luz discreta,
respira en la ventana
mientras crece.
La madrugada
canta su fuga
todavía en la penumbra.
Su aliento de luz,
su música,
toca un filo de tu rostro,
toca tu cuello
y sostiene tus hombros.
Tiende hilos delgadísimos
que ondula
para insinuar
el doble esplendor
de tu pecho,
de tu cintura,
del astro que despierta
en tus caderas.
La luz en ti
resuena inquieta
en todo mi cuerpo
y tu contorno leve,
danzante al despertar
da forma al día.
Sin saberlo me anuncias
y al hacerlo me confirmas

que el día será muy bueno