[…] no te quiero por vos ni por mí ni por los dos
juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no
sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar
el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo,
no paso de tu cuerpo, de tu risa, hay horas en que me atormenta que me ames
(cómo te gusta usar el verbo amar, con qué cursilería lo vas dejando caer sobre
los platos y las sábanas y los autobuses), me atormenta tu amor que no me sirve
de puente porque un puente no se sostiene de un solo lado, jamás Wright ni Le
Corbusier van a hacer un puente sostenido de un solo lado, y no me mires con esos
ojos de pájaro, para vos la operación del amor es tan sencilla, te curarás antes
que yo y eso que me querés como yo no te quiero. Claro que te curarás, porque
vivís en la salud, después de mí será cualquier otro, eso se cambia como los
corpiños. […]
¿Por qué stop? Por
miedo de empezar las fabricaciones, son tan fáciles. Sacás una idea de ahí, un
sentimiento del otro estante, los atás con ayuda de palabras, perras negras, y
resulta que te quiero. Total parcial: te quiero. Total general: te amo. Así
viven muchos amigos míos, sin hablar de un tío y dos primos, convencidos del
amor-que-sienten-por-sus-esposas. De la palabra a los actos, che; en general
sin verba no hay res. Lo que mucha gente llama amar consiste en elegir a una
mujer y casarse con ella. La eligen, te lo juro, los he visto. Como si se pudiese
elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja
estaqueado en la mitad del patio.
Julio Cortázar,
Rayuela
No hay comentarios.:
Publicar un comentario