Tu nombre,
poesía
Gilberto
Owen
Y saber
luego que eres tú
barca de
brisa contra mis peñascos;
y saber
luego que eres tú
viento de
hielo sobre mis trigales humillados e írritos:
frágil
contra la altura de mi frente,
mortal para
mis ojos,
inflexible a
mi oído y esclava de mi lengua.
Nadie me
dijo el nombre de la rosa, lo supe con olerte,
enamorada
virgen que hoy me dueles a flor en amor dada.
Trepar,
trepar sin pausa de una espina a la otra
y ser ésta
la espina cuadragésima,
y estar
siempre tan cerca tu enigma de mi mano,
pero siempre
una brasa más arriba,
siempre esa
larga espera entre mirar la hora
y volver a
mirarla un instante después.
Y hallar al
fin, exangüe y desolado,
descubrir
que es en mí donde tú estabas,
porque tú
estás en todas partes
y no sólo en
el cielo donde yo te he buscado,
que eres tú,
que no yo, tuya y no mía,
la voz que
se desangra por mis llagas.
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