Encuentro
Cesare
Pavesse
Estas
duras colinas que hicieron mi cuerpo
y
lo sacuden con tantos recuerdos, me
mostraron
el prodigio
de
aquélla, que ignora que la vivo sin poder
entenderla.
La
encontré una noche; una mancha más clara
bajo
estrellas ambiguas, en la oscuridad del
verano.
Había
alrededor la fragancia de estas colinas,
más
profunda que la sombra, y de pronto sonó,
como
si saliera de estas colinas, una voz limpia
y
áspera a la vez, una voz de tiempos perdidos.
Ocasionalmente
la veo, viviendo delante de mí,
definida,
inmutable, como un recuerdo.
Nunca
he podido aferrarla; su realidad
me rehuye siempre y me distancia.
Si
es bella, no lo sé. Es joven entre las mujeres:
pienso
en ella y me sorprende un lejano
recuerdo
de
mi infancia vivida en estas colinas;
tan
joven es. Es como la madrugada. Lleva en
sus
ojos
todos
los cielos lejanos de aquellas madrugadas
remotas.
Y
tiene en los ojos un firme propósito: la luz
más
limpia
que
jamás tuvo el alba sobre estas colinas.
La
he creado desde el fondo de todas las cosas
que
me son más queridas, y no logro entenderla.
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