Ofrenda
lírica
Rabindranaz
Tagore
19
Si
no hablas, llenaré mi corazón de tu silencio, y lo tendré conmigo. Y esperaré,
quieto, como la noche en su desvelo estrellado, hundida pacientemente mi
cabeza. Vendrá sin duda la mañana. Se desvanecerá la sombra, y tu voz se
derramará por todo el cielo, en arroyos de oro. Y tus palabras volarán,
cantando, de cada uno de mis nidos de pájaros, y tus melodías estallarán en
flores, por todas mis profusas enramadas.
20
Aquel
día en que abrió el loto, mi pensamiento andaba vagabundo, y no supe que
florecía. Mi canasto estaba vacío, y no vi la flor. Sólo, de vez en cuando, no
sé qué tristeza caía sobre mí; y me levantaba sobresaltado de mi sueño, y olía
un rastro dulce de una estraña fragancia, que erraba en el viento del sur. Su
vaga ternura traspasaba de dolor nostáljico mi corazón. Me parecía que era el
aliento vehemente del verano, que anhelaba completarse. ¡Yo no sabía entonces
que el loto estaba tan cerca de mí, que era mío, que su dulzura perfecta había
florecido en el fondo de mi propio corazón!.
21
¿Cuándo
echaré mi barca en la mar? Las horas lánguidas se me pasan en la orilla, ¡ay!
La primavera acabó de florecer y se ha ido. Y cargado de vanas flores
marchitas, espero y tardo. Se han puesto las olas clamorosas, y en la vereda en
sombra de la orilla, las hojas amarillas aletean y caen. ¿Qué miras, di, en el
vacío? ¿No sientes estremecerse el aire, de una canción lejana que viene,
flotando, de la otra orilla?
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