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miércoles, 7 de mayo de 2014

Vendrá sin duda la mañana. Se desvanecerá la sombra, y tu voz se derramará por todo el cielo, en arroyos de oro

Ofrenda lírica

Rabindranaz Tagore

19
Si no hablas, llenaré mi corazón de tu silencio, y lo tendré conmigo. Y esperaré, quieto, como la noche en su desvelo estrellado, hundida pacientemente mi cabeza. Vendrá sin duda la mañana. Se desvanecerá la sombra, y tu voz se derramará por todo el cielo, en arroyos de oro. Y tus palabras volarán, cantando, de cada uno de mis nidos de pájaros, y tus melodías estallarán en flores, por todas mis profusas enramadas.

20
Aquel día en que abrió el loto, mi pensamiento andaba vagabundo, y no supe que florecía. Mi canasto estaba vacío, y no vi la flor. Sólo, de vez en cuando, no sé qué tristeza caía sobre mí; y me levantaba sobresaltado de mi sueño, y olía un rastro dulce de una estraña fragancia, que erraba en el viento del sur. Su vaga ternura traspasaba de dolor nostáljico mi corazón. Me parecía que era el aliento vehemente del verano, que anhelaba completarse. ¡Yo no sabía entonces que el loto estaba tan cerca de mí, que era mío, que su dulzura perfecta había florecido en el fondo de mi propio corazón!.

21

¿Cuándo echaré mi barca en la mar? Las horas lánguidas se me pasan en la orilla, ¡ay! La primavera acabó de florecer y se ha ido. Y cargado de vanas flores marchitas, espero y tardo. Se han puesto las olas clamorosas, y en la vereda en sombra de la orilla, las hojas amarillas aletean y caen. ¿Qué miras, di, en el vacío? ¿No sientes estremecerse el aire, de una canción lejana que viene, flotando, de la otra orilla?

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