Casi
una fantasía
Eugenio
Montale
Amanece
de nuevo, lo presiento
por
el albor de vieja
plata
en las paredes:
las
ventanas cerradas se vetean de un tenue resplandor.
Vuelve
el advenimiento
del
sol pero sin las difusas
voces,
los acostumbrados estrépitos.
¿Por
qué? Pienso en un día encantado
y
de las justas de horas demasiado iguales
me
resarzo. Desbordará la fuerza
que
me inflamaba, inconsciente mago,
desde
largo tiempo. Ahora me asomaré,
destruiré
altas casas, despojos viales.
Tendré
ante mí un lugar de limpia nieve
mas
tan ligero como el paisaje de un tapiz.
Resbalará
un destello lento entre el algodón del cielo.
Selvas
y colinas llenas de invisible luz
me
harán el elogio de los festivos retornos.
Alegre
leeré sobre el blanco
los
negros signos de las ramas
como
un esencial alfabeto.
Todo
el pasado de repente
aparecerá
delante.
No
turbará sonido alguno
esta
alegría solitaria.
Cruzará
el aire
posándose
sobre una estaca
algún
gallito de Marzo.
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