Miguel Hernández
¿Qué quiere el
viento de encono
que baja por el
barranco
y violenta las
ventanas
mientras te visto
de abrazos?
Derribarnos,
arrastrarnos.
Derribadas,
arrastradas,
las dos sangres
se alejaron.
¿Qué sigue
queriendo el viento
cada vez más
enconado?
Separarnos.
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