Canción del
destino
Tomas
Segovia
Frío y beato
el crepúsculo
calla
visiblemente
Habría que
aprender de los encinos
ese modo
sencillo y concentrado
de estar
magistralmente
en la mitad
del aire pálido
Y atender
con entera reverencia
a esta mudez
e intensidad el tiempo
que se hace
ver solemne
detenido en
lo alto antes del salto
Todo el
conmovedor egoísmo del mundo
indiferente
a su belleza
e incapaz de
pactar
que sólo
fatalmente llama
Que sólo
atándonos con el destino
se deja
amar.
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