Había
decidido no salir a caminar, qué sentido tenía ya… era el mismo aire, la misma
noche. A veces, en momentos así quería preguntarle al universo qué sucedía con
el orden de los infiernos, por qué de pronto todos los fantasmas querían hablar
al mismo tiempo... ¿Acaso no sabían que cada uno tiene su círculo y ya?
Era
mejor esperar, esperar como se espera la llegada de los trenes en ciertas
estaciones derruidas, sombrías, en las que el tiempo se ha detenido. Esperar
leyendo una arrugada hoja que apareció entre los libros. Tenía una cita de
Dante, muy mala elección.
Cuando
rodó la primera gota, se detuvo en la comisura de los labios, lo mejor habría
sido esperar. Hay días buenos, otros en que la puerta no alcanza a cerrar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario