..y
esa vida de pescador que hoy no suena nada mal. Agua salada en las venas y
dejamos la sangre para cuando quiera llorar. Que mi carne huela a marea y humo
de faros. Sacar de mí esta tormenta y devolverla al mar. Que en mi cabello se
trence su oscuridad. Acabar con el alma llena de agua para que pueda entonces
cruzar el Sahara... (Un millar de cuentos sin nombre)
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