Gotán
Juan Gelman
Esa
mujer se parecía a la palabra nunca,
desde
la nuca le subía un encanto particular,
una
especie de olvido donde guardar los ojos,
esa
mujer se me instalaba en el costado izquierdo.
Atención
atención yo gritaba atención
pero
ella invadía como el amor, como la noche,
las
últimas señales que hice para el otoño
se
acostaron tranquilas bajo el oleaje de sus manos.
Dentro
de mí estallaron ruidos secos,
caían
a pedazos la furia, la tristeza,
la
señora llovía dulcemente
sobre
mis huesos parados en la soledad.
Cuando
se fue yo tiritaba como un condenado,
con
un cuchillo brusco me maté
voy
a pasar toda la muerte tendido con su nombre,
él
moverá mi boca por la última vez.
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