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martes, 12 de agosto de 2014

El recuerdo llegó con la lluvia; qué frescas son las gotas que recorren el rostro parece que buscan lavar las tristezas de los cuerpos. En esa tarde, la del recuerdo, no alcanzaron para limpiar todo aquello, así que hubo una que otra lágrima que debió auxiliarlas; era sábado, era ilusión, era nerviosismo, era deseo de ver la sonrisa, fue nostalgia.
            La nostalgia regresa en los momentos menos oportunos, pasa y se acomoda en el pecho en duermevela. Había tenido semanas complicadas, de esas en las que las alas se doblan hasta tocar el suelo. Parecía lejano el término del espiral de sucesos que vertiginosos corrían contra el reloj.

            Se escuchó el cerrar de la puerta, buen momento para cerrar los ojos, dejarse ir y por qué no soñar. 

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