Cuéntate
la historia con un final feliz. Una que otra bella imagen. Sonrisas de esas que
se quedan contigo. Así cuéntate la historia. Repítela a los demás. Que sepan
que viviste una historia de amor de esas cursis. Que sepan que hubo besos y más
besos. También paseos por la tarde y por la noche. Y palabras que terminaron
por ser palomas que ahora se paran en el marco de la ventana de la recámara.
Jurarías que se ríen de ti, pero no sabes cómo ríen las palomas. Aunque esos
ruidos… cuéntate la historia con un final de esos que dicen son de película.
Inverosímiles. No te pongas tan triste. La historia, como la vida, continúa.
Así les hablas de tu final. Y finalizas diciendo que tienes una gran memoria
selectiva.
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