12. Adiós
Juan Gelman
El
pañuelo de espumas
del
rompeolas me lloraba, ¡adiós!,
y
en la noche aquel grito -aquella estrella-,
¡ven!
y mi corazón que era sólo
un
temblor que cantaba, en medio,
y
de mi hondura, hacia la nada,
ya
sin mis ojos, yo.
Y
mi nombre escrito en la arena,
y
tu ascensión, luz, lumbre, sobre el mar;
luego
de allá, lejos, la onda,
de
aquí, de mí, la sombra
que
todo lo borraban.
El
mar dormía
como
nunca, y como si fuera
ya
para siempre, sin mi alma.
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