Yo
te he querido como nunca...
Vicente
Aleixandre
Yo
te he querido como nunca.
Eras
azul como noche que acaba,
eras
la impenetrable caparazón del galápago
que
se oculta bajo la roca de la amorosa
llegada
de la luz.
Eras
la sombra torpe
que
cuaja entre los dedos cuando en tierra dormimos solitarios.
De
nada serviría besar tu oscura encrucijada
de
sangre alterna,
donde
de pronto el pulso navegaba
y
de pronto faltaba como un mar
que
desprecia a la arena.
La
sequedad viviente de unos ojos marchitos,
de
los que yo veía a través de las lágrimas,
era
una caricia para herir las pupilas,
sin
que siquiera el párpado se cerrase en defensa.
Cuán
amorosa forma
la
del suelo las noches del verano
cuando
echado en la tierra se acaricia
este
mundo que rueda,
la
sequedad oscura,
la
sordera profunda,
la
cerrazón a todo,
que
transcurre como lo más ajeno a un sollozo.
Tú,
pobre hombre que duermes
sin
notar esa luna trunca
que
gemebunda apenas si te roza;
tú,
que viajas postrero
con
la cabeza seca que rueda entre tus brazos,
no
beses el silencio sin falla por donde nunca
a
la sangre se espía,
por
donde será inútil la busca del calor
que
por los labios se bebe
y
hace fulgir el cuerpo como con una luz azul
si
la noche es de plomo.
No,
no busques esa gota pequeñita,
ese
mundo reducido a sangre mínima,
esa
lágrima que ha latido
y
en la que apoyar la mejilla descansa.
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