El sueño
Alfonsina
Storni
Yo
vi dos soles rojos dominando el espacio
Perlaban
en sus rayos las luces de topacio
y
tendí mis dos manos hambrientas de infinito
para
estrujar en ellas un inefable mito.
Las
dos pupilas rojas como rosas del cielo
cegaron
mis pupilas, soberbias en su anhelo
de
mirar cara a cara los toques de diamantes.
Después,
como un crujido de nudos que se quiebran...
Tempestades
soberbias que en los mares se enhebran;
parto
de los dioses... Un quejido de dios...
¡Y
bocas que se muerden en un supremo adiós!
Más
tarde una sonata más dulce que la miel;
agonía
de lirios en el jardín aquel.
palacio
de oro y oro donde habita una maga
que
ha dormido cien años por maldición aciaga.
Y
después manos blancas desparramando rosas
sobre
el alma escondida y serena de las cosas...
Y
un silencio de muerte cansado y sepulcral
donde
se prende el lotus venenoso del mal.
Y
después la mañana que llega a los cristales
del
cuarto miserable donde muerdo mis males...
Y
después otro día que se esboza en el lloro
de
mis días sin sol, de mis soles sin oro!...
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