Celos y
muerte de Booz
Gilberto
Owen
Y
sólo sé que no soy yo,
el
durmiente que sueña un cedro Huguiano, lo que sueñas,
y
pues que he nacido de muerte natural, desesperado,
paso
ya, frenesí tardío, tardía voz sin ton ni son.
Me
miro con tus ojos y me veo alejarme,
y
separar las aguas del Mar Rojo de nuestros cuerpos mal fundidos
para
la huida infame,
y
sufro que me tiñe de azules la distancia,
y
quisiera gritarme desde tu boca: "No te vayas."
Destrencemos
los dedos y sus promesas no cumplidas.
Te
cambio por tu sombra y te dejo como sin pies sin ella
y
no podrás correr al amor de tu edad que he suplantado.
Te
cambio por tu sueño para irme a dormir con el cadáver leal de tu alegría.
Te
cedo mi lámpara vieja por la tuya de luz de plata virgen
para
desear frustradas canciones inaudibles.
Ya
me hundo a buscarme en un te amé que quiso ser te amo,
donde
se desenrolla un caracol atónito al descubrir el fondo salobre de sus ecos,
y
los confesonarios desenredan mis arrepentimientos mentirosos.
Ya
me voy con mi muerte de música a otra parte.
Ya
no me vivo en ti. Mi noche es alta y mía.
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