Creación
Cesar
Pavesse
Estoy
vivo y he sorprendido las estrellas en el alba.
Mi
compañera continúa durmiendo y lo ignora.
Mis
compañeros duermen todos. La clara jornada
se
me revela más limpia que los rostros aletargados.
A
distancia, pasa un viejo, camino del trabajo
o
a gozar la mañana. No somos distintos,
idéntica
claridad respiramos los dos
y
fumamos tranquilos para engañar el hambre.
También
el cuerpo del viejo debería ser sano
y
vibrante -ante la mañana, debería estar desnudo.
Esta
mañana la vida se desliza por el agua
y
el sol: alrededor está el fulgor del agua
siempre
joven; los cuerpos de todos quedarán al
descubierto.
Estarán
el sol radiante y la rudeza del mar abierto
y
la tosca fatiga que debilita bajo el sol,
y
la inmovilidad. Estará la compañera
-un
secreto de cuerpos. Cada cual hará sentir su
voz.
No
hay voz que quiebre el silencio del agua
bajo
el alba. Y ni siquiera nada que se estremezca
bajo
el cielo. Sólo una tibieza que diluye las estrellas.
Estremece
sentir la mañana que vibre,
virgen,
como si nadie estuviese despierto.
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