Luz
de invierno
Alberto
Ruy-Sánchez
Dedos
de hielo,
dedos
de luz
pintan
sobre
el muro
hojas
y ramas.
Y
se van moviendo
al
pasar las horas
como
si el tiempo
fuera
el viento
que
las mece.
También
la persiana
es cuaderno fugaz
de
esta luz de invierno
quebradiza
que
esculpe los troncos
como
sombras
de
un sueño
y
hace del árbol
extraña
geometría
plegable.
A
otra hora:
el
árbol entero avanza
adentro
del estudio.
La
reja,
cuadrícula
de sombras,
no
la detiene,
se
diluye entre las hojas.
Y
esas sombras
en
la luz
todo
lo tocan.
La
luz abre
delicadamente
los
cajones.
Alborota
a
los pájaros
bordados
que
la esperan.
Sentada
en
la banca de la ventana
hojea
los periódicos
y
acaricia la escultura
de
cerámica azul,
afila
sus puntas,
hace
brillar sus estrellas.
A
otra hora,
aún
más entrometrida,
deshace
la cama,
y
despierta a la máscara
del
jaguar en la cabecera.
Luz
de invierno,
mano
luminosa
que
todo lo dibuja
y
a todo da nueva vida.
Desnuda,
como
tú,
esta
luz te toca,
te
acaricia.
Como
mis ojos
quiere
habitar
lentamente
todas
las sombras
de
tu cuerpo.
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