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viernes, 6 de junio de 2014


No es tan difícil de entender. Eso de las historias. Lo que cuenta es cómo las escribes. Dos opciones: sigues por el mismo camino, te conformas con ver pasar a los automóviles a tu lado en una lluviosa carretera, o aceleras, te enfilas hacia el precipicio. Rompes con las normas de seguridad. Buena parte de los secretos de la vida están aquí. Del deseo, también. Si te quedas, te pierdes de mucho. Si llegas al precipicio, quizás alguien tome tu mano y brinquen por la ventanilla. Un largo beso. De esos como de final de película. Atrás de ellos la puesta de sol. Vale la pena correr todos los riesgos. Eso aún no se define si lo dice una voz en off o si se lo dice él a ella tras finalizar el beso. Luego saltan al precipicio. Qué demonios.

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