Una
despedida
Jorge
Luis Borges
Tarde que
socavó nuestro adiós.
Tarde
acerada y deleitosa y monstruosa como un
ángel oscuro.
Tarde cuando
vivieron nuestros labios en la desnuda
intimidad de
los besos.
El tiempo
inevitable se desbordaba sobre el abrazo inútil.
Prodigábamos
pasión juntamente, no para nosotros
sino para
la soledad ya inmediata.
Nos rechazó
la luz; la noche había llegado con urgencia.
Fuimos hasta
la verja en esa gravedad de la sombra
que ya el lucero alivia.
Como quien
vuelve de un perdido prado yo volví de
tu abrazo.
como quien
vuelve de un país de espadas yo volví
de tus lágrimas.
Tarde que
dura vívida como un sueño
entre las
otras tardes.
Después yo
fui alcanzando y rebasando
noches y
singladuras.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario