El ingenuo
Jorge Luis Borges
Cada aurora -nos
dicen- maquina maravillas
capaces de torcer la
más terca fortuna;
hay pisadas humanas
que han medido la luna
y el insomnio devasta
los años y las millas.
En el azul acechan
públicas pesadillas
que entenebran el
día. No hay en el orbe una
cosa que no sea otra,
o contraria, o ninguna.
A mí sólo me
inquietan las sorpresas sencillas.
Me asombra que una
llave pueda abrir una puerta,
me asombra que mi
mano sea una cosa cierta,
me asombra que del
griego la eleática saeta
instantánea no
alcance la inalcanzable meta,
me asombra que la
espada cruel pueda ser hermosa,
y que la rosa tenga
el olor de la rosa.
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