Cuando la tarde
cierra sus ventanas remotas...
Xavier Villaurrutia
Cuando la tarde
cierra sus ventanas remotas,
sus puertas
invisibles,
para que el polvo, el
humo, la ceniza,
impalpables, oscuros,
lentos como el
trabajo de la muerte
en el cuerpo del
niño,
vayan creciendo;
cuando la tarde, al
fin, ha recogido
el último destello de
luz, la última nube,
el reflejo olvidado y
el ruido interrumpido,
la noche surge
silenciosamente
de ranuras secretas,
de rincones ocultos,
de bocas
entreabiertas,
de ojos insomnes.
La noche surge con el
humo denso
del cigarrillo y de
la chimenea.
La noche surge
envuelta en su manto de polvo.
El polvo asciende,
lento.
Y de un cielo
impasible,
cada vez más cercano
y más compacto,
llueve ceniza.
Cuando la noche de
humo, de polvo y de ceniza
envuelve la ciudad,
los hombres quedan
suspensos un
instante,
porque ha nacido en
ellos, con la noche, el deseo.
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