Lo que sucedió cuando los dos decidieron caminar
juntos. Hacía un frío que parecía eterno. Nadie más alrededor. Ella se detuvo y
gritó fuerte. Quién sabe por qué lo hizo. Por un momento sintió que el aire se
le iba. Abrió entonces la maleta y sacó la antología de poesía francesa. Pasó
unas páginas. Uno de Verlaine. -Es uno de los más tristes- Eso le dijo al hombre. -No cuando lo lees.
Tampoco cuando lo escuchas- Él pensó que la mujer se había quedado loca. -Ha
de ser tanto frío-. -Sino cuando lo piensas- dijo ella. -Verlaine sabía que
hay tristezas incompletas que terminan por ser alegres cuando se piensan. Eso
dice en el poema. -Cuando lo piensas. Algo ocurre cuando dos se piensan en el
mismo momento y comparten este poema- terminó de hablar la mujer.
Él parecía un buen tipo, de esos con sonrisas diáfanas, quizá la mirada un poco confundida. A lo lejos vieron otra estación de tren en ruinas. Y junto a un chopo, un soldado. Pronto sabrían que también hay soldados que saben un poco de poesía. No sólo de balas.
Él parecía un buen tipo, de esos con sonrisas diáfanas, quizá la mirada un poco confundida. A lo lejos vieron otra estación de tren en ruinas. Y junto a un chopo, un soldado. Pronto sabrían que también hay soldados que saben un poco de poesía. No sólo de balas.
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