En una de
esas tardes...
Carlos
Pellicer
En
una de esas tardes
sin
más pintura que la de mis ojos,
te
desnudé
y
el viaje de mis manos y mis labios
llenó
todo tu cuerpo de rocío.
Aquel
mundo amanecido por la tarde,
con
tantos episodios sin historias,
fue
silenciosamente abanderado
y
seguido por pueblos de ansiedades.
Entre
tu ombligo y sus alrededores
sonreían
los ojos de mis labios
y
tu cadera,
esfera
en dos mitades,
alegró
los momentos de agonía
en
que mi vida huyó para tu vida.
Estamos
tan presentes,
que
el pasado no cuenta sin ser visto.
No
somos lo escondido;
en
el torrente de la vida estamos.
Tu
cuerpo es lo desnudo que hay en mí
toda
el agua que va rumbo a tus cántaros.
Tu
nombre, tu alegría…
Nadie
lo sabe;
ni
tú misma a solas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario