Canto
destruido
Carlos
Pellicer
¿En
qué rayo de luz, amor ausente
tu
ausencia se posó? Toda en mis ojos
brilla
la desnudez de tu presencia.
Dúos
de soledad dicen mis manos
llenas
de ácidos fríos
y
desgarrados horizontes.
Veo
el otoño lleno de esperanza
como
una atardecida primavera
en
que una sola estrella
vive
el cielo ambulante de la tarde.
Te
amo, amor, y nada estoy diciendo
para
llamarte. Siento
que
me duelen los ojos de no llorar. Y veo
que
tu ausencia me encuentra
como
el cielo encendido
y
una alegría triste de no usarla
como
esos días en que nada ocurre
y
está toda la casa
inútilmente
iluminada.
En
la destruida alcoba de tu ausencia
pisoteados
crepúsculos reviven
sus
harapos, morados de recuerdos.
En
el alojamiento de tu ausencia
todo
lo ocupo yo, clavando clavos
en
las cuatro paredes de la ausencia.
Y
este mundo cerrado
que
se abre al interior de un bosque antiguo,
ve
marchitarse el tiempo,
despolvorearse
la luz, y mira a todos lados
sin
encontrar el punto de partida.
Aunque
vengas mañana
en
tu ausencia de hoy perdí algún reino.
Tu
cuerpo es el país de las caricias,
en
donde yo, viajero desolado
-todo
el itinerario de mis besos-
paso
el otoño para no morirme,
sin
conocer el valor de tu ausencia
como
un diamante oculto en lo más triste.
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