Pasión
Alfonsina
Storni
Unos besan
las sienes, otros besan las manos,
otros besan
los ojos, otros besan la boca.
Pero de
aquél a éste la diferencia es poca.
No son
dioses, ¿qué quieres?, son apenas humanos.
Pero,
encontrar un día el espíritu sumo,
la condición
divina en el pecho de un fuerte,
el hombre en
cuya llama quisieras deshacerte
¡como al
golpe de viento las columnas de humo!
La mano que
al posarse, grave, sobre tu espalda,
haga noble
tu pecho, generosa tu falda,
y más hondos
los surcos creadores de tus senos.
¡Y la mirada
grande, que mientras te ilumine
te encienda
al rojoblanco, y te arda, y te calcine
hasta el
seco ramaje de los pálidos huesos!
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