Sueño
Cesar Pavese
¿Aún
ríe tu cuerpo con la intensa caricia
de
la mano o del aire y en ocasiones reencuentra
en
el aire otros cuerpos? Muchos de ellos retornan
con
un temblor de la sangre, con una nada. También
el cuerpo
que
se tendió a tu flanco te busca en esta nada.
Era
un juego liviano pensar que un día
la
caricia del alba emergería de nuevo
cual
inesperado recuerdo en la nada. Tu cuerpo
despertaría
una mañana, enamorado
de
su propia tibieza, bajo el alba desierta.
Un
intenso recuerdo te atravesaría
y
una intensa sonrisa. ¿No regresa aquel alba?
Aquella
fresca caricia se habría apretado a tu cuerpo
en
el aire, en la íntima sangre,
y
habrías sabido que el tibio instante
respondía
en el alba a un temblor distinto,
un
temblor de la nada. Lo habrías sabido
igual
que, un día lejano, supiste que un cuerpo
se
tendía a tu lado.
Dormías con ligereza
bajo
un aire risueño de efímeros cuerpos,
enamorada
de una nada. Y la intensa sonrisa
te
atravesó abriéndote los ojos asombrados.
¿Nunca
más regresó, de la nada, aquel alba?
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