Veleta
Federico
García Lorca
Viento
del Sur,
moreno,
ardiente,
llegas
sobre mi carne,
trayéndome
semilla
de
brillantes
miradas,
empapado
de
azahares.
Pones
roja la luna
y
sollozantes los álamos cautivos, pero vienes
¡demasiado
tarde!
¡ya
he enrollado la noche de mi cuento
en
el estante!
Sin
ningún viento,
¡hazme
caso!
gira,
corazón;
gira,
corazón.
Aire
del Norte,
¡oso
blanco del viento!
llegas
sobre mi carne
tembloroso
de auroras
boreales,
con
tu capa de espectros
capitanes,
y
riyéndote a gritos
del
Dante,
¡oh
pulidor de estrellas!
pero
vienes demasiado tarde.
Mi
armario está musgoso
y
he perdido la llave.
Sin
ningún viento,
¡hazme
caso!
gira,
corazón;
gira,
corazón.
Brisas,
gnomos y vientos
de
ninguna parte.
Mosquitos
de la rosa
de
pétalos pirámides.
Alisios
destetados
entre
los rudos árboles,
flautas
en la tormenta,
¡dejadme!
tiene
recias cadenas
mi
recuerdo,
y
está cautiva el ave
que
dibuja con trinos
la
tarde.
Las
cosas que se van no vuelven nunca
todo
el mundo lo sabe,
y
entre el claro gentío de los vientos
es
inútil quejarse. ,
¿Verdad,
chopo, maestro de la brisa?
¡es
inútil quejarse!
Sin
ningún viento,
¡hazme
caso!
gira,
corazón;
gira,
corazón.
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