Debemos
defendernos, sin duda, pero en los dos sentidos: defender nuestras vidas, y
también empeñarnos en proteger nuestra alma, empeñarnos en protegerla de la tentación
de la fuerza y las ideas simplistas, la distorsión del cinismo, la
contaminación del corazón y el desprecio del individuo que constituyen la
auténtica y gran maldición de quienes viven en una zona de tragedia como la
nuestra.
David Grossman
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