Es entonces que
lo mira a los ojos como si por primera vez las pupilas se tocaran. Se miran y
se van sintiendo, poco a poco en la punta de esa mirada, se recorren, se
palpan, se despiden y todo sin mover un sólo dedo, ni desviar en un punto la retina.
Entienden que la mirada es un silencio que lo dice todo; a ella le queda claro
que acabó el capítulo porque no hubo más sonrisas al mirarle. Fue entonces, es hoy.
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