Translate

jueves, 27 de agosto de 2015

9 de diciembre de 1875
Querida Gertrude:
¿Sabes una cosa? Ya no se pueden enviar besos por correo: el paquete pesa tanto que resulta muy caro. Cuando el cartero me trajo tu última carta, me miró con aire severo y me dijo: “Tiene que pagar dos libras, señor. Exceso de peso”. […] “¡Por favor, señor cartero —le dije hincando gentilmente una rodilla en tierra […]— perdóneme por esta vez! Es de una niña”. “¿De una niña? —gruñó—, ¿y qué tienen de especial las niñas”. “Que son de azúcar y canela —empecé a decir—, y de todo lo que…”. * Pero él me interrumpió: “¡No me refiero a esto! Quiero decir qué tienen de bueno las niñas que mandan cartas tan pesadas”. “La verdad, no mucho”, dije con tristeza.
“Procure no recibir más cartas como esta —dijo él—, al menos que no sean de esta niña. La conozco bien y es bastante mala”. ¿Verdad que no es cierto? No creo que te haya visto siquiera. Y tú no eres mala, ¿o sí? Con todo, le prometí que nos escribiríamos muy poco. “Sólo dos mil cuatrocientas setenta cartas”, le dije. […]
Ya ves, a partir de ahora tendrás que llevar la cuenta y cuando lleguemos a la dos mil cuatrocientos setenta, no nos escribiremos más, a menos que el cartero nos dé permiso.
Tu querido amigo,

Lewis Carroll

No hay comentarios.:

Publicar un comentario