Desvelado
amor
Alí
Chumacero
Cayó
desnuda, virgen, la palabra;
cayó la
virgen desnudada
bajo mi
cuerpo, trémulo latir
que hoy
apenas si me pertenece
y me
embriaga con cálido rumor,
rodea mi
epidermis,
se introduce
letal bajo mi lengua,
y mis
párpados no lo miran
pero lo
sienten desalado,
desolado que
busca entre la noche
la amarga
conjunción
de dos manos
eternamente unidas
en el
estrecho abrazo de la muerte.
Calló la
voz. Mudos los labios
ciñéronse a la
sombra
incendiando
el incienso de su caída flor;
tan quietos
como el sueño que también esperaban
con ansiedad
de ciego sobre el tacto;
descansando
angustiosos como el árbol sin fruto
bajo la
primavera. Y mi cuerpo cayó
a un
desesperado cuerpo,
y desde entonces
siente
cómo crecen
sus nervios en una dura ruina
hecha de
sombra y voz estremecidas
por el vivo
temor de estrecharse a la noche,
como el mar
a las aguas que lo nutren
o la voz a
los labios, fuente muda;
y en la
quietud nacida
de este
limpio silencio que por mi cuerpo corre,
destrozados
los labios, la voz y la palabra,
anclado
entre mí mismo,
el fuego de
mi tacto se adormece
en esta
soledad bajo la flor del sueño.
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