Destino
Rosario Castellanos
Matamos lo que amamos. Lo demás
no ha estado vivo nunca.
Ninguno está tan cerca. A ningún
otro hiere
un olvido, una ausencia, a veces
menos.
Matamos lo que amamos. ¡Que cese
ya esta asfixia
de respirar con un pulmón ajeno!
El aire no es bastante
para los dos. Y no basta la
tierra
para los cuerpos juntos
y la ración de la esperanza es
poca
y el dolor no se puede
compartir.
El hombre es animal de
soledades,
ciervo con una flecha en el ijar
que huye y se desangra.
¡Ah! pero el odio, su fijeza
insomne
de pupilas de vidrio; su actitud
que es a la vez reposo y
amenaza.
El ciervo va a beber y en el
agua aparece
el reflejo de un tigre.
El ciervo bebe el agua y la
imagen. Se vuelve
- antes que lo devoren - ( cómplice, fascinado )
igual a su enemigo.
Damos la vida sólo a lo que
odiamos.
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