En el filo del gozo
Rosario Castellanos
I
Entre la muerte y yo he erigido
tu cuerpo:
que estrelle en ti sus olas
funestas sin tocarme
y resbale en espuma deshecha y
humillada.
Cuerpo de amor, de plenitud, de
fiesta,
palabras que los vientos
dispensan como pétalos,
campanas delirantes al
crepúsculo .
Todo lo que la tierra echa a
volar en pájaros,
todo lo que los lagos atesoran
de cielo
más el bosque y la piedra y las
colmenas.
Cuajada de cosechas bailo sobre
las eras
mientras el tiempo llora por sus
guadañas rotas.
Venturosa ciudad amurallada,
ceñida de milagros, descanso en
el recinto
de este cuerpo que empieza donde
termina el mío.
II
Convulsa entre tus brazos como
mar entre rocas,
rompiéndome en el filo del gozo
o mansamente
lamiendo las arenas asoleadas.
Bajo tu tacto tiemblo
como un arco en tensión
palpitante de flechas
y de agudos silbidos inminentes.
Mi sangre se enardece igual que
una jauría
olfateando la presa y el estrago
pero bajo tu voz mi corazón se
rinde
en palomas devotas y sumidas.
III
Tu sabor se anticipa entre las
uvas
que lentamente ceden a la lengua
comunicando azúcares íntimos y
selectos.
Tu presencia es el júbilo.
Cuando partes, arrasas jardines
y transformas
la feliz somnolencia de la
tórtola
en una fiera expectación de
galgos.
Y, amor, cuando regresas
el ánimo turbado te presiente
como los siervos jóvenes la
vecindad del agua.
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