Confesión
Tomás
Segovia
El
día,
está
tan bello
que
no puede mentir:
comemos
de su luz nuestro pan de verdad.
Su
cuerpo se desciñe
y
se tiende y se ofrece.
Esta
dicha no engaña: nada quiere.
Di:
¿no es más fuerte
que
nuestro amor altivo de la muerte
esta
sencilla gracia equilibrada
que
nada
ejerce?
Pero
cuánto pavor,
violenta
alma mediata,
te
infunde todavía esa burlona voz
que
a solas te susurra «estás salvada».
No,
no,
tu
destino ni ha muerto ni es tu esclavo.
Soberbia
y Miedo, confesad:
la
vida toda fue verdad.
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