Despierto
y espero que algo suceda, con la luz apagada. Estoy cansado, más de esperar que
de otra cosa. De vez en cuando mi corazón se salta un latido. El médico, a mí
lado, dice que eso es algo común -pero de cualquier forma me incomoda. Nada
sucede. Estamos en un crematorio. No me querían dejar entrar para que no
mezclara las cenizas de los muertos. "Pero las cenizas son mías",
digo. "Entonces está bien". Llamas envuelven mi cuerpo.
Rubem
Fonseca
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