La fuga
infinita
José Ángel
Buesa
Se
fue mi niñez...
Batiendo
sus alas de rosa partió...
Le
rogué, llorando: "¡Vuelve a mi otra vez!"
-Volveré-
me dijo... Pero no volvió...
Después,
mi inocencia, cual mística flor,
se
mustió entre las
llamaradas
locas del pagano amor,
y
a mi alma su aroma no tornó jamás...
Y,
al llegar mis dudas, se marchó mi fe...
-"¿Volverás?"-
le dije... No sé si me oyó:
Hizo
un gesto vago me miró y se fue.
Luego,
acurrucada, sufrió mi ilusión
de
los desengaños el flagelo cruel:
Me
miró con húmedos ojos de lebrel
y
se fue en silencio de mi corazón...
Y
yo sé que un día también tú te irás,
sin
que mis caricias puedan retenerte,
pues
ya hacia otros brazos, o ya hacia la muerte,
no
te detendrás...
Porque
sé que un día llegará el olvido,
y
sé que ese día te me irás, mujer,
como
tantas cosas que ya se me han ido:
¡Para
no volver!...
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