aquella mano tendida que además de sorpresa, me dejo una tibia sensación de paz, de reconciliación con mis voces enjuiciadoras.

Y luego de un diáfano abrazo vi su silueta frente a la puerta que se abría marcando el final de aquella esperada tarde. Mi mirada fija en su espalda, qué eternos instantes; al salir giró el rosto, una nueva y compartida sonrisa se dibujo en sus labios. Toda espera había valido la pena. Aquel incierto animal avanzó, en el pasillo su figura cabizbaja de mi vista desapareció. 
El resto del camino, mi memoria repaso con regocijo y un dejo de nostalgia lo sucedido: aquellos nervios al caminar y sentir cada vez más cerca el destino fijado; las no pocas ganas de detener el paso y desandar el camino... el miedo constante de comprobar cuánto se ha equivocado uno, cuántas inapropiadas letras ha escrito; el deseo de reconstruir aquella desdibujada sonrisa que se hundía en la maraña de recuerdos confundidos con los sueños. 
Había sucedido todo así, cuando menos lo esperaba, cuando creo que ya no lo deseaba... por lo demás no podía más que agradecer aquella mano tendida que además de sorpresa, me dejo una tibia sensación de paz, de reconciliación con mis voces enjuiciadoras.