Veré
por ti
Miguel
de Unamuno
«Me desconozco»,
dices; mas mira, ten por cierto
que a conocerse
empieza el hombre cuando clama
«me desconozco», y
llora;
entonces a sus ojos
el corazón abierto
descubre de su vida
la verdadera trama;
entonces es su
aurora.
No, nadie se
conoce, hasta que no le toca
La luz de un alma
hermana que de lo eterno llega
y el fondo le
ilumina;
tus íntimos
sentires florecen en mi boca,
tu vista está en
mis ojos, mira por mí, mi ciega,
mira por mí y
camina.
«Estoy ciega», me
dices; apóyate en mi brazo
y alumbra con tus
ojos nuestra escabrosa senda
perdida en lo
futuro;
veré por ti,
confía; tu vista es este lazo
que a ti me ató,
mis ojos son para ti la prenda
de un caminar
seguro.
¿Qué importa que
los tuyos no vean el camino,
si dan luz a los
míos y me lo alumbran todo
con su tranquila
lumbre?
Apóyate en mis
hombros, confíate al Destino,
Veré por ti, mi
ciega, te apartaré del lodo,
te llevaré a la
cumbre.
Y allí, en la luz
envuelta, se te abrirán los ojos,
verás cómo esta
senda tras de nosotros lejos,
se pierde en
lontananza
y en ella de esta
vida los míseros despojos,
y abrírsenos
radiante del cielo a los reflejos
lo que es hoy
esperanza.
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