El deseo
Álvaro Mutis
Hay que inventar una nueva soledad para el
deseo. Una vasta soledad de delgadas
orillas
en donde se extienda a sus
anchas el ronco sonido del deseo.
Abramos de nuevo todas las
venas del placer. Que salten
los altos surtidores no importa hacia dónde.
Nada se ha hecho aún. Cuando
teníamos algo andado, alguien se detuvo en el camino para ordenar sus
vestiduras y todos se detuvieron tras él. Sigamos la marcha. Hay cauces secos
en donde pueden viajar aún
aguas magníficas.
Recordad las bestias de que hablábamos. Ellas
pueden ayudarnos antes de que sea tarde y torne la charanga a enturbiar el
cielo con su música estridente.
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