Madrigal
apasionado
Federico
García Lorca
Quisiera
estar en tus labios
para
apagarme en la nieve
de tus
dientes.
Quisiera
estar en tu pecho
para en
sangre deshacerme.
Quisiera en
tu cabellera
de oro soñar
para siempre.
Que tu
corazón se hiciera
tumba del
mío doliente.
Que tu carne
sea mi carne,
que mi
frente sea tu frente.
Quisiera que
toda mi alma
entrara en
tu cuerpo breve
y ser yo tu
pensamiento
y ser yo tu
blanco veste.
Para hacer
que te enamores
de mí con pasión
tan fuerte
que te
consumas buscándome
sin que
jamás ya me encuentres.
Para que
vayas gritando
mi nombre
hacia los ponientes,
preguntando
por mí al agua,
bebiendo
triste las hieles
que antes
dejó en el camino
mi corazón
al quererte.
Y yo mientras
iré dentro
de tu cuerpo
dulce y débil,
siendo yo,
mujer, tú misma,
y estando en
ti para siempre,
mientras tú
en vano me buscas
desde
Oriente a Occidente,
hasta que al
fin nos quemara
la llama
gris de la muerte.
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