Pequeño
poema infinito
Federico
García Lorca
Para Luis Cardoza y Aragón
Equivocar el
camino
es llegar a
la nieve
y llegar a
la nieve
es pacer
durante varios siglos las hierbas de los cementerios.
Equivocar el
camino
es llegar a
la mujer,
la mujer que
no teme a la luz,
la mujer que
mata dos gallos en un segundo,
la luz que
no teme a los gallos
y los gallos
que no saben cantar sobre la nieve.
Pero si la
nieve se equivoca de corazón
puede llegar
el viento Austro
y como el
aire no hace caso de los gemidos
tendremos
que pacer otra vez las hierbas de los cementerios.
Yo vi dos
dolorosas espigas de cera
que
enterraban un paisaje de volcanes
y vi dos
niños locos
que
empujaban llorando las pupilas de un asesino.
Pero el dos
no ha sido nunca un número
porque es
una angustia y su sombra,
porque es la
guitarra donde el amor se desespera,
porque es la
demostración del otro infinito que no es suyo
y es las
murallas del muerto
y el castigo
de la nueva resurrección sin finales.
Los muertos
odian el número dos,
pero el
número dos adormece a las mujeres,
y como la
mujer teme la luz,
la luz
tiembla delante de los gallos
y los gallos
sólo saben volar sobre la nieve,
tendremos
que pacer sin descanso las hierbas de los cementerios.
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