Espera,
octubre...
Gilberto
Owen
Espera,
octubre.
No hables,
voz. Abril disuelve apenas
la piel de
las estatuas en espuma,
aún canta en
flor el árbol de las venas,
y ya tu
augurio a ras del mar, tu bruma
que sobre el
gozo cuelga sus cadenas,
y tu clima
de menta, en que se esfuma
el
pensamiento por su laberinto
y se ahonda
el laberinto del instinto.
No quemes,
cal. No raye las paredes
de aire de
abril de mi festín tu aviso.
Si ya me
sabes presa de tus redes,
si a mi
soñar vivir nací sumiso,
vuelve al
sueño real de que procedes,
déjame roca
el humo infiel que piso,
deja a mi
sed el fruto, el vino, el seno,
y a mi
rencor su diente de veneno.
Espejo, no
me mires todavía.
Abril nunca
es abril en el desierto,
y me espía
tu noche todo el día
para que al
verte yo me mire muerto;
Narciso no
murió de egolatría,
sí cuando le
enseñé que eres incierto,
que eres
igual al hombre que te mira
y que al
mirarse en ti ya no se mira.
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