Nocturno
de amor
Xavier
Villaurrutia
A Manuel Rodríguez Lozano
El
que nada se oye en esta alberca de sombra
no
sé cómo mis brazos no se hieren
en
tu respiración sigo la angustia del crimen
y
caes en la red que tiende el sueño.
Guardas
el nombre de tu cómplice en los ojos
pero
encuentro tus párpados más duros que el silencio
y
antes que compartirlo matarías el goce
de
entregarte en el sueño con los ojos cerrados
sufro
al sentir la dicha con que tu cuerpo busca
el
cuerpo que te vence más que el sueño
y
comparo la fiebre de tus manos
con
mis manos de hielo
y
el temblor de tus sienes con mi pulso perdido
y
el yeso de mis muslos con la piel de los tuyos
que
la sombra corroe con su lepra incurable.
Ya
sé cuál es el sexo de tu boca
y
lo que guarda la avaricia de tu axila
y
maldigo el rumor que inunda el laberinto de tu oreja
sobre
la almohada de espuma
sobre
la dura página de nieve
No
la sangre que huyó de mí como del arco huye la flecha
sino
la cólera circula por mis arterias
amarilla
de incendio en mitad de la noche
y
todas las palabras en la prisión de la boca
y
una sed que en el agua del espejo
sacia
su sed con una sed idéntica
De
qué noche despierto a esta desnuda
noche
larga y cruel noche que ya no es noche
junto
a tu cuerpo más muerto que muerto
que
no es tu cuerpo ya sino su hueco
porque
la ausencia de tu sueño ha matado a la muerte
y
es tan grande mi frío que con un calor nuevo
abre
mis ojos donde la sombra es más dura
y
más clara y más luz que la luz misma
y
resucita en mí lo que no ha sido
y
es un dolor inesperado y aún más frío y más fuego
no
ser sino la estatua que despierta
en
la alcoba de un mundo en el que todo ha muerto.
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