Sin duda los
mejores argumentos de cómo uno se queda dormido ocurren durante el insomnio: se
imagina uno dándose la vuelta hacia la pared y de inmediato el extravío en un
sueño profundo; o bien, uno tiene la idea de cerrar los ojos, pensando en
noches estrelladas cuando ¡zas!
Se piensa uno
abrazando su propio cuerpo, de pronto ese agradable suspiro que reconforta y
ya: se sabe uno hecho de sueños.
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